29 octubre 2009

Entre ciborg y Sherezade. Video

Como quedamos, cuelgo el vídeo que realicé para introducir el proyecto Historietas de Historia en el I encuentro sobre Género y Ciberfeminismo X0Y1 (26-30 Octubre, 2009) en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla). ¡Gracias a Remedios Zafra y a todos los compañeros participantes por hacer el encuentro tan estimulante ¡Seguimos en la red!



23 octubre 2009

Cualidades y funciones "femeninas" vs "masculinas"





El tiempo pasa factura a las historietas -que fueron escritas en 1986- del libro “36-39 Tormenta sobre España” (1), infladas de dramatismo artificioso donde las mujeres son infrarrepresentadas respecto a los hombres, y la exaltación excesiva de las pasiones y las escenas cotidianas suele reflejar relaciones estereotipadas de género. Por ejemplo, las historietas “El cordel de los tebeos”, dibujado por Annie Goetzinger y “Un tiempo del Fuhrer”, dibujada por Florenci Clavé, retratan a una madre-esposa en sus roles tradicionales de ama de casa, proveedora y preparadora de alimentos, responsable del cuidado de los hijos, de su aspecto y de su hogar, y a mujeres en sus funciones femeninas de educadoras de niños –no niñas-, enfermeras, y ancianas cuidadoras de hogar  Estas representaciones pueden servir para pensar sobre los roles tradicionalmente asignados a las mujeres que obedecen el modelo de ama de casa, pero si no se propone una deconstrucción de estas funciones desde una perspectiva crítica feminista, los artificios culturales  representados actúan reforzando su vigencia heredada en el presente.




En la historieta Los voluntarios, dibujada por Víctor de la Fuente, apenas aparecen mujeres, salvo como enfermeras que tienen un papel secundario. En esta historieta se exalta el heroísmo de un soldado herido que narra su proeza a Hemingway. Victor Mora nos recuerda el papel de algunos voluntarios extranjeros que vinieron a España a colaborar por la causa republicana, arriesgando sus vidas. Víctor Mora refleja lo que Terenci Moix llamaba la mística de la masculinidad (2), la exaltación del valor masculino de los soldados-héroes (heridos) en situaciones de riesgo extremo. Una capacidad para trascender la propia vida y el cuerpo en pos de un ideal político. Una mística que vuelve a estar presente en los roles de los protagonistas –todos hombres- de las historietas “Un tiempo del Fuhrer” (dibujo de Florenci Clavé), protagonizada por los remordimientos de un piloto, “La batalla más fea” (dibujada por José Ortiz), protagonizada por un combatiente resentido en situación extrema y “La guerra de siempre” (dibujada por Atilio Micheluzzi), protagonizada por diferentes políticos y conspiradores de la guerra. 

En estas tres historietas, los personajes mujeres son las novias de los protagonistas o la sirvienta de la casa. Todas aparecen ligeritas de ropa en momentos de intimidad con sus hombres, y en el caso de la sirvienta, protagoniza una escena en la que se ofrece físicamente al señor de la casa para salvar a su madre; una escena de ofrecimiento, humillación y llanto. Las mujeres aparecen como cuerpos sexuados y sexuales en relación a los hombres que son los agentes con poder de modificación de la realidad política del momento. Por otro lado, en el caso de las novias, son representadas como los seres más queridos de los cuales han de separarse los hombres para entrar en el mundo de la crueldad de la guerra. “Bienes” perdidos en la batalla. Bienes sexuales que ofrecen lo único que les puede dar algo de poder y que al mismo tiempo las humilla (el sexo).


(Viñetas de la historieta "La guerra de siempre", en el libro 36-39 Tormenta sobre España, 2008, Glénat, p 69)

Cuando alguna mujer aparece desempeñando roles masculinos, como la protagonista de “Y tu ¿qué has hecho por la victoria?”, dibujada por Alfonso Font, es humillada y se muestra arrepentida. El caso de esta historieta es particularmente enrevesado. La protagonista, de clase humilde, se presenta torturada por los nacionales, desnudada en público y rapada… Después, en el frente del bando republicano, la protagonista recuerda una relación de amor con “el señorito” que cuidaba cuando trabajaba como sirvienta. El encuentro amoroso de ambos tiene un final trágico que, suponemos, quiere resaltar la polarización política de ambos bandos por encima de una relación de amor. Sin embargo, no me parece casual que la única historieta coprotagonizada por una mujer que dispara un arma, proyecte en la protagonista la culpabilidad por el encuentro sexual previo – y repentino, en medio de un bombardeo- con un miembro del  bando opuesto, que la aboca al asesinato de éste y a una soledad irreparable. Una mezcla de amor, nostalgia, calentón sexual, arrepentimiento y violencia que resulta excesiva y torpe para despertar compasión en los lectores.




("Y tú, ¿qué has hecho porla victoria?", en 1936-1939 Tormenta sobre España, 2008, Glénat, p 45)



("Y tú, ¿qué has hecho porla victoria?", en 1936-1939 Tormenta sobre España, 2008, Glénat, p 52)

 REFERENCIAS:

(1) AA.VV (2008) 1936-1939 Tormenta sobre España, Glénat
(2) Moix, Terenci (2000): “La mística de la masculinidad”, en: Historia social del cómic, Bruguera, Barcelona, pp 171-182

02 octubre 2009

Cuerda de presas: prisiones para las mujeres



Cuerda de Presas (1) es un cómic formado por diez historietas sobre la experiencia de algunas mujeres que fueron encarceladas durante la posguerra, escritas por Jorge García y dibujadas por Fidel Martínez. El libro me ha sugerido la prisión como metáfora o instancia simbólica desde la que comprender la vida de las mujeres de este tiempo. En los títulos de las siguientes entradas hago alusión a los diferentes tipos de prisiones que no sólo han vivido las mujeres:

- Condena del pensamiento divergente
- La desigualdad de género por ley
- Ser puta o ser esposa-madre
- Violaciones en el cuarto oscuro
- Vigilancia y castigo
- La prisión del franquismo para las mujeres
- La negación de la descendencia: maltrato infantil y olvido
- El analfabetismo


Condena del pensamiento divergente

El contexto histórico de las historietas de Cuerda de Presas (1) hace referencia al final de la guerra civil en 1939, cuando muchas mujeres y hombres que colaboraron con el proyecto republicano fueron condenados a prisión por juicios militares tras la aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas del 9 de Febrero de 1939 . Esta ley se promulgó con la intención de “liquidar las culpas políticas contraídas por quienes contribuyeron con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja y a entorpecer el triunfo providencial e históricamente ineludible del Movimiento Nacional”. La primera historieta, Entre rejas, narra la historia de una protagonista anónima cuya experiencia podría corresponderse con la de gran número de mujeres y hombres que fueron apresados por haber estado afiliados a agrupaciones “rojas” (2). Para las personas nacidas en democracia es difícil imaginar una ley que castigue a alguien por su ideología, pero al final de la guerra civil, los derechos de la democracia eran sólo un sueño perdido por una pesadilla difícil de soportar. El régimen de vida en las cárceles, como cuenta la historieta, era “celular”, de veinte horas de celda al día y cuatro de patio, donde “la enfermedad, el hambre y los fusilamientos eran hechos cotidianos”. Debido a la opresión franquista, el 90% de los intelectuales se exilió de España:


“Tras la guerra, la educación y la prensa son tomadas por los ideólogos del Régimen, haciéndose por ello prácticamente imposible la cultura, tanto por la ínfima calidad de sus productos como por no dejar expresarse otras opiniones que las suyas.” (3)



REFERENCIAS:
(1) Cuerda de Presas, escrito por Jorge García y dibujado por Fidel Martínez, Astiberri, 2005.

(2) Sobre las ideologías políticas simbolizadas por el color rojo, puede verse la entrada “Azul y rojo: dos colores simbólicos, dos ideas de España”

(3) Equipo Reseña (1977): La cultura española durante el franquismo, Ediciones Mensajero, Bilbao, p145.

La desigualdad de género por ley

La proyección de las sombras de las rejas en la última viñeta de la historieta Entre Rejas, en el libro Cuerda de Presas (1), me parece una metáfora visual muy valiosa para reflexionar sobre la paradójica experiencia de “liberación” de una presidiaria en el contexto de opresión franquista:



La legislación franquista del Nuevo Estado derogaba todos los derechos igualitarios conseguidos por la República a favor de una legislación patriarcal, con leyes discriminatorias que relegan a las mujeres a lo privado y lo doméstico, reconociendo la familia como célula “primaria, natural y fundamento de la sociedad” (2). La ley franquista prohibía y anulaba los matrimonios civiles y el divorcio, penalizaba el aborto, restringía el trabajo remunerado de las mujeres casadas con la prohibición de ejercer determinados trabajos como la abogacía, el notariado y la diplomacia. Se castigaba la infidelidad de las mujeres en el matrimonio y se establecían modelos educativos diferentes para los niños y las niñas. Incluso a finales de los años 60 las mujeres seguían dependiendo de la autorización del representante legal -que debía ser un varón- para ejercer el comercio, enajenar bienes, ser tutora, e incluso para acceder al trabajo remunerado.

En España el pensamiento que alimentaba los míticos ideales de la masculinidad y feminidad era conformado por el nacionalcatolicismo que extendía su instrucción a las mujeres a través de la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera con el lema: “el fuego, los lares y el telar” (3). El ciudadano soldado era el modelo ideal de masculinidad, mientas que para las mujeres el modelo era el de la esposa y madre ejemplar, teniendo como figuras míticas a Isabel de Castilla y Teresa de Jesús; símbolo de obediencia y laboriosidad silenciosa. La asimetría de género que sobreviene con el franquismo se debe a la recuperación de los mitos del pasado imperial que une la unidad nacional con la identidad católica. Las mujeres, por nacimiento y condición biológica, se consideraban impropias para el trabajo intelectual (incompatible con la feminidad y la maternidad), por lo que su función social se reducía a la reproducción y cuidado de los progenitores. A las mujeres se les imponía el modelo hegemónico burgués de ama de casa (4) de la Revolución Industrial, que comprendía la separación de la esfera productiva asociada al ámbito público de la fábrica y el trabajo remunerado propiamente masculino, de la esfera reproductiva, ligada al ámbito privado del hogar y al no trabajo (remunerado) femenino. En este contexto, algunas mujeres intentaron conseguir reformas del ordenamiento jurídico que eliminasen las discriminaciones de género, mientras se sumaban a la lucha antifranquista, pero no fue hasta la muerte de Franco en 1975 cuando organizaron las primeras Jornadas Estatales por la Liberación de la Mujer.



REFERENCIAS:
(1) Cuerda de Presas, escrito por Jorge García y dibujado por Fidel Martínez, Astiberri, 2005.
(2) Domínguez Prats, Pilar; García-Nieto París, Mª Carmen: “Franquismo: represión y letargo de la conciencia feminista, 1939-1977” en Anderson, Bonnie S.; Zinsser, Judith P. (2007): Historia de las Mujeres. Una historia propia, Crítica, Barcelona, pp. 1184-1191.
(3) Nielfa Cristóbal, Gloria (2003): Mujeres y hombres en la España franquista: sociedad, economía, política, cultura, Editorial Complutense, 2003.
(4) Roca I Girona, Jordi: “Madre y esposa a la vez. Construcción y negociación del modelo ideal de mujer bajo el primer franquismo” en Nielfa Cristóbal, Gloria (2003): Mujeres y hombres en la España franquista: sociedad, economía, política, cultura, Editorial Complutense, 2003, pp 45- 65.

Puta o esposa-madre


Según la historieta Entre rejas, del libro Cuerda de Presas (1), las mujeres fueron retiradas del frente “acusadas de propagar enfermedades venéreas que los hombres contraían en la retaguardia”, lo que les hizo volver a “la vieja prisión de ser esposas y madres”. El contagio de enfermedades de transmisión sexual aparece en la historieta como un mal causado por las mujeres cuando se trataba de un asunto propio de los burdeles y las prostitutas en tiempos en los que el uso del preservativo era algo aún lejano. Vemos que la salida de las mujeres al frente las lleva al estatus de “putas”, y esto las relega, de nuevo, al espacio doméstico de las funciones maternas o a trabajos propios de las mujeres como la costura y la confección de uniformes de soldados. La historieta plantea la interpretación de la diferencia sexual como condicionante biológico que hace de las mujeres siervas de las necesidades masculinas: en el espacio privado, asegurar la preservación de los descendientes y en el espacio público, satisfacer los deseos sexuales de los hombres o confeccionar sus uniformes; sin ser posible plantear otras opciones para las mujeres…


Violaciones en el cuarto oscuro

Cuerda de Presas hace la función de testimonio traumático que transmite las torturas de las mujeres en las cárceles durante el franquismo, en el formato ficticio, gráfico y narrativo del cómic. El dibujo de Fidel Martínez, de rasgos expresionistas cercanos a la abstracción, nos permite tomar distancia del dolor representado (distancia icónica) haciéndonos conscientes del dramatismo de las experiencias narradas desde el claroscuro y la dureza de sus trazos, (desde lo simbólico). Cuerda de Presas colabora en la inscripción del dolor en la historia colectiva al insertar el “saber traumático” que se desprende de los testimonios de las mujeres, en la cultura, y darles un significado simbólico que traspasa lo unipersonal (1).

Torturas corporales, violaciones, maltrato corporal y psíquico
parecen ser la norma del régimen carcelario. La violación y la violencia física son una invasión del territorio corporal que puede asemejarse a la invasión de pueblos, que obedece a la necesidad de marcar las parcelas de tierra y los cuerpos de las mujeres; “distintas caras de un prisma que proyecta una imagen subordinada de las mujeres, objetiviza sus cuerpos y propone a la agresividad como uno de los componentes indispensables de la masculinidad" (2). El cuerpo se convierte en objeto deshumanizado: “y es justamente porque el cuerpo no es un objeto, sino el vehículo del ser en el mundo que se une al ser humano en una época precisa, que el objetivo último del agresor y sus cómplices es el de convertir el cuerpo femenino en el objeto receptor de una violencia doble: la primera, patriarcal y estructural, y la segunda, política, ya que los totalitarismos son la manifestación radical del patriarcado (3). (…) Tú eres mía y puedo hacer contigo lo que me da la gana”, es el discurso articulado del agresor que se desarrolla en la total impunidad.”



REFERENCIAS:
- Cuerda de Presas, escrito por Jorge García y dibujado por Fidel Martínez, Astiberri, 2005.
(1) María José Palma Borrego, «Violencia y cuerpos traumatizados: duelo y melancolía en los testimonios orales de mujeres durante la guerra civil española (1936-1939) y la posguerra» , Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2009, [En línea], Puesto en línea el 31 mai 2009. (URL: http://nuevomundo.revues.org/index56118.html) Consultado el 01 octobre 2009.
(2) Cuestión de Vida, CLADEM 2000, (Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer), en el artículo de Ana Navarrete “Performance feminista sobre la violencia de género. Este funeral es por muchas muertas”, desde
la página de la exposición Cárcel de Amor.

01 octubre 2009

Vigilancia y castigo


En el cuarto oscuro, la desnudez destruye los mecanismos de protección, ella queda reducida a un objeto de goce por el agresor perverso, la mirada insidiosa es la primera que invade la intimidad. La identidad es el segundo objetivo del torturador: los puñetazos en la cara y la deformación del rostro son las estrategias de ataque. La invasión del sexo, la penetración del cuerpo no es más que el colofón final del acto de apropiación, uso y devaluación del cuerpo reducido a deshecho. El resto que queda de la experiencia, el rastro que la recoge, rechaza y reelabora, queda en la memoria:

“Así, tenemos una memoria auditiva, olfativa, visual, ligada todas ellas por el recuerdo, el mismo que les hace revivir muchas emociones. Las mismas que reviven en el acto testimonial y que les ayuda a encontrar ese espacio psíquico en donde, pasado el tiempo, las experiencias traumáticas deberían estar ya situadas para que no duelan (1). Memorias en efecto, y entre ellas por ejemplo, la de Victoria Pujolar militante del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), o la de Alicia Herraiz del PCE (Partido Comunista de España), Carmen Antoñana Bonafou del PCE, Sara Berenguer Lahosa de la CNT, Victoria Gómez Sáez del PSOE, y Libertad Fernández La Fuente del PSOE, entre otras muchas... (2)


REFERENCIAS y REFLEXIONES:
- Cuerda de Presas, escrito por Jorge García y dibujado por Fidel Martínez, Astiberri, 2005.



(1) Me pregunto si es posible que, pasado el tiempo, a nivel individual, estas experiencias pueden dejar de doler. Y me pregunto también si, a nivel colectivo, olvidar ese dolor no nos lleva a hacernos inconscientes ante los abusos de poder.


(2) María José Palma Borrego, «Violencia y cuerpos traumatizados: duelo y melancolía en los testimonios orales de mujeres durante la guerra civil española (1936-1939) y la posguerra» , Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2009, párrafo 49 [En línea], Puesto en línea el 31 mai 2009. (URL: http://nuevomundo.revues.org/index56118.html) Consultado el 01 octobre 2009.



La prisión del franquismo para las mujeres

“La seriedad de un banco, la caridad de un convento, la disciplina de un cuartel” es el lema de las prisiones que ilustra muy bien tres ejes principales sobre los que se establece la dictadura franquista: la economía capitalista, la iglesia y el ejército. Tres sistemas basados en estructuras jerárquicas de poder que las pensadoras feministas han identificado como patriarcales. El patriarcado ha servido para señalar la generalización de la hegemonía de un sistema familiar, social, ideológico y político con el que los hombres -a través de la fuerza, la presión directa,la tradición, la ley, o el lenguaje, las costumbres, la educación y la división del trabajo- determinan cuál es o no el papel que las mujeres deben interpretar con el fin de estar en toda circunstancia sometidas a ellos (1). A pesar de la crisis actual de los modelos patriarcales (2), se trata de un sistema de hondas raíces políticas, culturales y psicológicas que no son fáciles de identificar ni erradicar porque podemos considerarlas “normales”, no “normativas”, y por tanto, sus formas pueden perpetuarse y encarnarse en nuestros cuerpos, nuestros deseos, nuestra vida.

REFERENCIAS:

(2) Castells, Manuel; Autor Martínez Gimeno, Carmen (2001): La era de la información. Economía sociedad y cultura: el poder de la identidad, siglo XXI, p 163.

La negación de la descendencia: maltrato infantil y olvido


Una de las historietas más cruda de Cuerda de Presas es Montaña, nubes, cielo, que cuenta la pesadilla de un niño que teme que le hagan olvidar su nombre. La historieta nos sitúa en la prisión de Saturrarán, donde por orden del ministerio de Justicia se decreta el traslado de todos los niños mayores de tres años. “Los que traicionan a la patria no pueden legar a la descendencia apellidos honrados”, por tanto, los niños y niñas son separados de sus madres, a ellos les envían al auxilio social y a ellas a una institución religiosa. Jesusa consigue no olvidar su nombre que lee cada mañana en las montañas, las nubes, en el cielo.


El analfabetismo

El límite de nuestras celdas me ha parecido la Historieta más entrañable de Cuerda de Presas porque todo en este universo oscuro parecía desesperación, maldad, enfermedad, muerte… Sin embargo, en El límite de nuestras celdas se forja una amistad basada en el intercambio de saberes entre mujeres: la escritura y la confección son las herramientas de supervivencia. A las protagonistas “les va la vida en ello”. Mercedes Martín quiere aprender a coser bien para trabajar en el Ropero Caridad de las monjas y tener esa miseria que le ayudaría a comprar algo de comida ya que la alimentación de las presas parece estar basada en sopas aguadas y alimentos en mal estado. Su amiga no sabe leer ni escribir pero desea ensanchar los límites de la celda a través del intercambio de palabras con el exterior. En una cultura digital saturada de lecturas y escrituras es difícil imaginar el valor de aquellas cartas escritas a mano, donde apenas se podía decir nada que no se censurara, quedando sólo el pulso vital que animaba la vibración de la letra para decir “estoy viva”.